De nuevo de Viaje I
Este trabajo mío es un “de aquí para allá” continuo.
Hoy estás en un país ultra moderno, alojada en un hotel de lujo, y viviendo los entresijos de una gran ciudad, y al día siguiente estás en medio de la selva, montada en una canoa, y armada hasta los dientes de repelente de mosquito ,cosida a vacunas, y sin un mal periódico que leer...
Es un trabajo muy duro, aunque desde fuera parece precioso eso de viajar continuamente y sin límites, pero es un trabajo fascinante.
Conoces gente de todo el mundo, haces amigos, a veces enemigos, te enamoras de un país, de una mirada, de una cultura, y llegas a odiar otras... pero sobre todo aprendes.
Aprendes a tener la mente abierta, a ser respetuoso con las costumbres y las culturas de cada uno, a ver más allá de un color o una creencia.
Aprendes los secretos de una cultura ancestral, el porqué de las tradiciones... Aprendes a apreciar la gastronomía de cada lugar, a probar cosas nuevas, a no decir no, y también a no decir sí... Y aprendes a querer más a tu gente, a la que no ves en muchos días, a echarlos de menos y a dibujarlos en las noches solitarias.
Yo dejé de viajar tanto cuando empecé a vivir con mi churri. Me parecía injusto dejarlo solo muchos días, y además, egoístamente, quería pasar todo el tiempo del mundo con él. Así que yo, carne de aeropuertos, me vi sentada en una oficina, organizando los viajes que haría otro en mi lugar, coordinando hoteles, servicios, hablando con mis amigos guías por teléfono y echándolos de menos, pero con la compensación de llegar a casa cada día a las 6 y ver a mi churri, y hacer cosas juntos. Realmente me compensa.
Mi último viaje largo, largo, 20 días seguidos fuera de casa, fue al Vietnam y Camboya. Fascinante y agotador.
Ambos países ahogados por una dictadura brutal, aunque ellos ya digan que son comunistas, y con un peso yanqui a sus espaldas que les costará mucho quitarse.
Paisajes preciosos, tesoros ocultos y colores increíbles. Miradas tristes y miradas llenas de esperanza. Pobreza y felicidad. Armonía, recuerdos imborrables y un museo de la guerra escalofriante... Son dos países llenos de belleza, de bondad, de hospitalidad, de creencias y de minas antipersonas.
Son de esos viajes 3 en 1... El viaje de preparación, en el que te sumerges leyendo, informándote, imaginando, esperando con ansia la fecha de partida. El viaje físico, en el que vives los colores, las puestas de sol, en el que miras a los ojos de la gente e intentas integrarte por unos días en su mundo y aprender de él... y el viaje de vuelta, ese viaje lleno de posos, que duran meses, años, en los que vas apreciando los detalles, sobre todo cuando repasas las fotos, y que te relames ese regusto a un buen viaje, inolvidable, interesante e inesperado...
Esos son los mejores viajes....
Desde Vietnam, he ido haciendo cosas cortas, de 3 ó 4 días, que es lo máximo que quería estar lejos de mi churri... y ya me venía bien... Saciaba mis ansias de avión, de gente nueva, de paisajes diferentes, me sacaba un dinerillo extra y volvía pronto a la paz de mi hogar.
Pero de repente, y sin esperarlo, ayer me llamó mi jefe y me dijo:
- Dina, necesito que vayas de viaje.
- Uiiissssssssssss, vale ¡!! Y eso que acabo de llegar de Marrakech con una gastroenteritis que no se acaba, y me había jurado no moverme de casa en mil años...
- Pero Dina, serán 20 días fuera de casa... te pagaré bien los extras....
- Ya jefe, lo dices porque sabes que no quiero estar tantos días fuera... eh ¿???
- Ya lo sé, pero esta vez te necesito... ambos grupos han viajado contigo en otras ocasiones y han pedido que seas tú la acompañante....
- Ok jefe, y a donde voy ¿??
Esto funciona así, tú nunca sabes a donde vas... y te lo asignan...
Es curioso, en toda mi vida, y mira que he viajado... , jamás he escogido un destino. Jamás he ido a un sitio porque quisiera ir... siempre ha sido por trabajo, y cuando he viajado por placer, he aprovechado alguna invitación o regalo...
El día que tenga que escoger... no sabré ¡!!!!!
Bueno, en el próximo post os contaré mis próximos destinos y más detalles ¡!!